El día
viernes 8 de febrero de 2013, en horas vespertinas, el país fue
informado de nuevas medidas de devaluación monetaria por funcionarios
responsables del área financiera, que anunciaron un sombrío escenario
empleando discursos exculpatorios ya agotados aderezados con palabras
disfrazadas, muy apropiadas al asueto carnavalesco ya en vísperas.
Esa
decisión, por cierto, no sorprendió a los ciudadanos debidamente
informados y sobre todo, aquellos preocupados por estudiar el problema y
elaborar algunos pronósticos al respecto,
que permiten visualizar la deficiencia de esa devaluación cantada a dúo
que se queda corta ante el déficit fiscal del país, que actualmente
representa entre el 10% y el 12% del Producto Interno Bruto (PIB).
Una correcta
lectura de la verdadera situación económica venezolana hubiese sido
aplicar una devaluación que cubriera de una vez el escenario mínimo de
8,25 Bs/$, a fin de respaldar al menos el 100% de la base monetaria para
no aplicar medidas adicionales en el corto plazo. No cubierta esta
brecha, pues solo se hablo de una devaluación lineal, esas medidas para
ser efectivas deberían ir acompañadas entonces de un recorte del gasto
fiscal y políticas monetarias restrictivas, la cual, bajo ningún
criterio debería aumentar la oferta monetaria a la economía, pues de lo
contrario volveríamos a estar en la misma situación anterior a la
devaluación. Nada de eso fue anunciado.
Desde el
punto netamente social, la devaluación decretada que afecta 46,5% el
“bolívar fuerte” y proyecta la tasa de cambio de 4,3 Bs/$ a 6,30 Bs/$,
provoca que el salario mínimo en Venezuela disminuya de $476 a $325, a
ese cambio oficial. Ese mismo “bolívar fuerte” ya había perdido, desde
su fecha de emisión en enero de 2008, hasta enero de 2013, el 70% de su
poder de compra, y ahora con esta nueva devaluación el signo monetario
pierde, según estimaciones propias, el 82,5% de su poder de compra…
mientras que el valor de la canasta básica alimentaria, cuyo rubros
alimenticios son importados en su mayoría, se incrementa al menos en un
40% adicional, pasando su costo de 4.573 Bs, para un grupo familiar de 5
personas, según lo estimara el CENDAS (Centro de Documentación y
Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros) a inicios de
este año, a 6.400 Bs según estimaciones propias, tomando en cuenta la
tasa de inflación interanual del sector alimentos.
Simplemente
comparando esta última cifra con el salario mínimo nacional, que sigue
estancado en 2.047 Bs/mensuales, nos da una clara idea del verdadero
tamaño del empobrecimiento de la población.
Publicado por: Veronica Faria
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